Formar una familia es una de las aventuras más apasionantes de la vida. Ser madre significa enfrentarse a retos nuevos todos los días y vivir momentos entrañables que permanecerán en el recuerdo para siempre. Los niños tienen un potencial ilimitado… ¡pero también una energía inagotable!
Hay un aspecto de la maternidad cuya importancia a menudo se subestima: criar a los hijos requiere una cantidad enorme de energía. Desde que nacen, los niños dependen de sus padres para todo. Conforme van creciendo, sus necesidades cambian, pero la dependencia no desaparece (¡en algunos casos, jamás!).
Hay tres motivos que explican por qué las madres de niños pequeños se sienten más cansadas. Empezaremos con el primero; dejaremos los otros dos para los siguientes artículos.
Primer motivo: las pautas de sueño no solamente cambian, simplemente desaparecen
Cuando tienes un bebé, los primeros meses discurren en una especie de bruma… la razón está clara: no descansas suficiente. La primera vez que tu bebé duerme toda la noche sin interrupciones es un logro casi mágico, pero tú sigues sin descansar bien: te preocupa que no se haya despertado y te preguntas si estará bien. Superado eso, pueden pasar AÑOS hasta que recuperes una rutina de sueño regular. Los niños se ponen enfermos, tienen pesadillas, o simplemente deciden que no hay nada más cómodo que la cama de mami. Y en todos esos momentos tienes que estar ahí.
El «descanso» que nos aporta el sueño proviene principalmente del sueño REM, la fase más importante del ciclo de sueño, que nos ayuda a reponernos y recuperar la energía. Dormir es necesario para que el sistema nervioso funcione adecuadamente. La falta de sueño no solo provoca somnolencia, también nos impide concentrarnos. ¿Has intentado calcular mentalmente el importe de la compra del supermercado tras una noche en blanco? ¡Es casi imposible!
Qué puedes hacer para recuperar el ritmo de sueño
Incluso cuando empiezas a dormir otra vez, los hábitos de sueño pueden permanecer alterados durante años. Cuando el cuerpo no se regenera bien por culpa de una mala comunicación del sistema nervioso, aumenta la propensión a contraer enfermedades, a sentir agotamiento y a tomar decisiones poco meditadas o, directamente, incorrectas.
Te proponemos un pequeño cambio para recuperar el ritmo de sueño.
Crea con tus hijos un ritual para ir a dormir. Procura repetir cada día las mismas actividades. Sobre todo, nada de pantallas… ¡y eso también va para ti! Recuerda que la lavadora o los platos del fregadero pueden esperar a mañana. Cuando tus hijos se duerman, túmbate e intenta dormir tú también, por mucho que el cerebro te diga que tienes un montón de cosas por hacer. Serás más productiva y tendrás más energía si logras instaurar una rutina en la que todo el mundo vaya a dormir a una hora razonable.
Si te despiertas dolorida, exhausta, o si no dejas de dar vueltas en la cama por las noches, puede que el cuerpo te esté lanzando una señal: tus hijos son lo más importante para ti, pero tú también necesitas cuidarte. En este enlace puedes descargarte una guía que te ayudará a entender mejor tus niveles de ejercicio y energía personal:
Leer el siguiente post → ¿Por qué te sientes más cansada cuando tienes hijos pequeños? – Parte 2