¿Sabías que el primer ajuste de la historia no se hizo por una afección de espalda, cervical o de cabeza? He aquí cómo empezó todo según lo explicó el padre de la Quiropráctica, el Dr. D.D. Palmer, en 1895:
«Harvey Lillard, conserje del edificio Ryan, donde tenía mi oficina, ha estado sordo hace 17 años, tanto que no podía oír el traqueteo de un carro en la calle ni el tic tac de un reloj. Le pregunté cuál era la causa de su sordera y me informó que una vez, mientras se hallaba haciendo esfuerzo físico en una postura encorvada y apretujada, sintió cómo algo cedía en su espalda e inmediatamente se quedó sordo.
Un examen realizado mostraba una vértebra que se había desplazado de su posición normal. Razoné que si se recolocaba esa vértebra, podría restablecerse la capacidad auditiva de ese hombre. Con este objetivo en mente, una charla de media hora de duración, persuadí al Sr. Lillard que me permitiera recolocarla. La desplacé hasta su posición correcta y pronto el hombre pudo volver a oír igual que antes.
No hubo nada accidental en ello, puesto que se llevó a cabo con un objetivo en mente y se obtuvo el resultado esperado. Tampoco hubo nada de crudeza en el ajuste quiropráctico; fue específico, tanto que ningún otro quiropráctico ha podido igualarlo».
¡Así nació la Quiropráctica!
Ahora imagínate que Harvey siguiera sin poder oír después de septiembre de 1895. Tu quiropráctico no estaría realizando ajustes quiroprácticos a día de hoy.
¡Menos mal que D.D. Palmer tenía grandes dotes de persuasión!
