Es fascinante ver todo este nuevo y creciente interés en la alimentación orgánica, el agua purificada, el ejercicio y estar en forma. No obstante, muchas de estas personas cargadas de buenas intenciones y conscientes de su salud están malgastando su dinero.
Si conoces a alguien que esté comprando productos orgánicos y reduciendo su dependencia de los alimentos procesados, pero que no se esté ajustando con regularidad, tal vez esté olvidando una cuestión clave.
Digamos que vas a tu supermercado a por la compra semanal. Y, puesto que has comprado sabiamente por el perímetro de la tienda, donde están los alimentos frescos, regresas a casa y guardas las cosas en el frigorífico. Pero has olvidado un pequeño detalle. ¡Que el frigorífico está desenchufado! Así que éste sufre una subluxación fundamental en el punto de conexión a la corriente eléctrica.
Al igual que tu frigorífico no puede conservar, proteger y prolongar la vitalidad de los alimentos sin un funcionamiento adecuado del sistema eléctrico, tu cuerpo no puede digerir, asimilar y eliminar adecuadamente los alimentos si interfiere una subluxación con el aparato digestivo.
Así que no importa cómo sean de saludables tus decisiones en cuanto a alimentación orgánica, porque tu cuerpo no les sacará el mayor provecho a esas decisiones saludables. El sistema nervioso dirige el espectáculo. Si no funciona bien, tú no funcionas bien. Y si tú no funcionas bien, no puedes beneficiarte por completo de la alimentación orgánica, de tu cuota del gimnasio ni de otros hábitos saludables.