¿Por qué te sientes más cansada cuando tienes hijos pequeños? (parte 2)

¿Por qué te sientes más cansada cuando tienes hijos pequeños? (parte 2)

En el último artículo hablamos de los ciclos de sueño, la calidad del descanso y su importancia para que el cuerpo pueda lidiar con el día a día. (¡Alguien me comentó que parecía que el texto invitaba a convencer a la gente de que no tuviera hijos! Nada más lejos de la intención, aunque siempre está bien saber a lo que se enfrenta uno…)

El caso es que la necesidad de descansar y la capacidad del sistema nervioso central de comunicarse con eficacia y gestionar las diferentes partes del cuerpo son cruciales para entender por qué te sientes más cansada cuando tienes hijos pequeños. Es fundamental recuperarse para que la «maquinaria» del cuerpo funcione sin incidencias. Cuando el sistema nervioso central tiene dificultades de comunicación, surgen problemas muy grandes que te pueden complicar todo lo demás.

Pero no solo es importante la recuperación, ¡también hay que darle combustible al cuerpo! Antes de tener hijos, seguramente disfrutabas preparando una comida equilibrada y compleja, tomando algo en una terracita cercana, o saliendo a cenar algo sano con las amigas. Cuando llegan los peques, todos estos lujos personales quedan pospuestos durante una buena temporada. Cualquier madre con más de un hijo menor de 6 años te dirá cuál es el segundo motivo por el que aparece el cansancio más a menudo:

Segundo motivo: ¡todas las comidas son a base de macarrones, pollo rebozado y patatas!

A los niños les gusta la repetición. Su vida está tan sumamente llena de novedades, que necesitan aferrarse a las cosas familiares. Les encanta ver la misma película una y otra vez (y otra… y otra…), porque les da una sensación de seguridad. Se sienten cómodos con sus amigos cercanos y su familia, porque les son familiares. También prefieren comer exactamente lo mismo en cada comida, porque les resulta familiar y porque, quién sabe, en secreto, igual te quieren torturar un poco.

Cuando los niños quieren comer lo mismo, se genera una repetición, un ciclo del que es difícil salir. Si te sientes sin energía, es fácil dejarse llevar y acabar introduciendo las verduras y frutas solo de rebote.

Lo último de la lista, sin excepción, es lo que te apetece A TI. Cuando al fin logras que coman los niños, acabas picando cualquier cosa. Es poco probable que sea nutritivo: solamente quieres cargar las pilas. Terminas comiendo de pie en la cocina o de camino a algún sitio, y eso es fatal para la digestión. Cuando disminuye la calidad de los alimentos, comes rápido o incluso te saltas alguna comida para estar con los niños, el cuerpo responde disminuyendo la energía disponible. Y así se desencadena un ciclo en el que estás cansada, comes comida poco saludable, y vuelves a estar cansada.

Si alguna vez te has quedado sin gasolina o has puesto el combustible equivocado en el coche, habrás visto claramente lo que le ocurre al cuerpo cuando no lo alimentas como es debido porque estás demasiado ocupada con los peques. ¡Puede ser un caos total!

Un pequeño cambio en la rutina puede marcar una gran diferencia con la comida.
Puede que aún falte mucho para que puedas cocinar algo elaborado o prepararte esa ensalada perfecta y laboriosa, pero si usas tu tiempo con criterio realmente podrás cambiar las cosas sin que te suponga un gran esfuerzo. Busca un ratito en las actividades semanales para dedicar a la cocina: con tu pareja, preparad la comida con antelación. Que sean platos bien nutritivos, sencillos y fáciles de comer, ¡nada de macarrones, pollo rebozado y patatas! De este modo podrás recuperar la energía de forma sana y trabajar para sentirte menos cansada por no haberte alimentado bien.

Por cierto, la digestión, el peso y el estado de ánimo también dependen enormemente del sistema nervioso central. Si quieres más información sobre cómo mejorar la sensación de cansancio, las molestias digestivas y otros problemas mediante sesiones quiroprácticas, consulta este enlace:

Leer el siguiente post → ¿Por qué te sientes más cansada cuando tienes hijos pequeños? – Parte 3

 

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